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Reforma católica (página 2)



Partes: 1, 2

  1. La extensa "Cautividad Babilónica" de la
    iglesia y
    el desastroso Cisma Papal de cerca de cuarenta años
    simbolizó dramáticamente la necesidad de una
    reforma papal. Muchos reconocían que estos
    trágicos eventos eran
    síntomas del problema, no su causa. Ciertamente los
    abusos económicos, políticos y morales del
    papado no aliviaron la situación, pero el problema
    básico no era el abuso del sistema
    sino el sistema mismo. El clamor por una reforma no se
    refería sencillamente al problema inmediato, sino
    desafiaba las ideas defendidas por los papas por siglos.
    Algunas peticiones de reforma tenían una base
    distintivamente bíblica. Los dogmas doctrinales y
    eclesiásticos edificados por la Iglesia Romana en un
    largo período, fueron comparados con las Escrituras y
    criticados desde ese punto de vista. Los motivos
    patrióticos empujaban a algunos a demandar una
    reforma.

    El naciente nacionalismo del último período
    medieval produjo conflictos
    de lealtad en los corazones de los hombres de todas partes.
    No pocas de las protestas contra el dominio
    romano surgieron del resentimiento contra el control
    francés del papado durante la "Cautividad
    Babilónica". Las miserables condiciones
    económicas y sociales, y los turcos asentados en la
    frontera
    misma del imperio en los Balcanes, llevaba a muchos a pensar
    que Dios estaba castigando al mundo por causa de las
    fechorías del papado. Finalmente, los hombres
    espirituales de todos los países estaban sinceramente
    apesadumbrados al ver el bajo nivel al que había
    llegado el cristianismo. El misticismo y la
    disensión aumentaban conforme los hombres procuraban
    encontrar comunión con Dios fuera del sistema
    eclesiástico prevaleciente.

    Uno de los grandes antecedentes de la reforma fue el
    movimiento
    conocido como el
    Renacimiento. La palpitación de la nueva vida
    intelectual y el descubrimiento de nuevos mundos prepararon
    profundamente el camino para la Reforma. El movimiento
    resultante conocido como "humanismo"
    produjo el nuevo enfoque de los ojos de los hombres, y su
    nueva visión percibió muchas de las
    supersticiones que caracterizaban el sistema católico
    romano medieval. Algunos escritores han empequeñecido
    el panorama del Renacimiento, insistiendo en que la cultura
    occidental no requería renacer. Sin embargo, el mismo
    sistema teológico de la Iglesia Católica Romana
    fue en parte responsable de la lenta recuperación de
    las invasiones bárbaras y de las Edades Oscuras que
    siguieron. La verdad y el progreso eran realmente estorbadas
    por los sistemas
    escolásticos de la teología católica
    romana. Sin embargo, el Renacimiento vino.

    Los eruditos árabes que siguieron la
    invasión mahometana de España
    en el siglo VIII ayudaron a atisbar las puertas del conocimiento en el occidente. La cultura
    clásica y el estudio de la antigüedad se puso de
    moda. Las
    Cruzadas contribuyeron a introducir un nuevo mundo. La
    caída de Constantinopla (1453) le dio impulso al
    movimiento cuando los eruditos griegos huyeron al occidente
    en busca de refugio. La suma de otros factores —la
    nostalgia italiana por la antigua gloria de Roma, la
    aparición de genios en las formas artísticas y
    literarias, el desarrollo
    económico, los descubrimientos geográficos,
    las invenciones revolucionarias— produjeron lo que ha
    sido llamado "el Renacimiento" de Occidente. Este despertar
    alcanzó al cristianismo en muchos puntos. El
    movimiento conocido como "humanismo", se extendió
    directamente de estos elementos. El humanismo fue muy
    influyente en la preparación del camino para la
    Reforma.

    Los ojos de los hombres, tanto tiempo
    enfocados en los cielos, empezaron a volverse hacia el mundo
    circundante y bajo ellos. Los mismos fundamentos de la
    autoridad
    católica romana fueron socavados por las nuevas formas
    de pensamiento. Los siglos inmediatamente
    anteriores al dieciséis retumbaron con las peticiones
    de una reforma. Tal vez el mejor cuadro de este clamor de
    reforma puede conseguirse discutiéndolo desde el punto
    de vista geográfico.

    2.1 ITALIA

    Las más fuertes protestas de Italia
    contra el sistema papal se basaban en la renovación
    intelectual y en el humanismo resultante. Humanismo era el
    nombre arbitrariamente dado a la renovación
    clásica y literaria que empezó en Italia
    alrededor del siglo XIV. Era en gran manera patriótica
    tanto como cultural. Se esperaba que la gloriosa historia de
    los días pasados, desplegada ante los ojos y mentes de
    la presente generación, produjera la
    inspiración para conseguir una nueva
    unificación de Italia y asegurar otra vez la
    supremacía romana en la esfera secular. Una parte no
    pequeña de este anhelo se debía al cambio de
    la silla papal de Roma a Aviñón, Francia.

    Los humanistas coleccionaron manuscritos de los
    escritores clásicos de la antigüedad, aprendieron
    a criticar los textos antiguos mediante el estudio interno,
    se gozaron en la imitación del estilo literario y las
    costumbres sociales de los antiguos, y contemplaron el mundo
    en que vivían desde un rico fondo histórico y
    literario. Se organizaron sociedades
    para estudiar el idioma griego, para leer a Platón y a Cicerón, y para
    reunir bibliotecas de los autores antiguos. El
    movimiento se extendió rápidamente de Italia al
    norte de Europa
    mediante vínculos religiosos, intelectuales, sociales, y hasta
    económicos. El desarrollo
    de la imprenta
    contribuyó a extender el evangelio del humanismo, de
    la misma manera que medio siglo después
    reproduciría los escritos de los reformadores
    cristianos para trasmitirlos a todas partes del
    mundo.

    Debe notarse, sin embargo, que el énfasis del
    humanismo tomó un giro diferente en el norte de
    Europa. En Italia el interés era primordialmente cultural y
    patriótico, resultando en desdén para las ideas
    y prácticas religiosas. En muchos casos
    engendró al cinismo actual. El humanismo del norte,
    por su parte, canalizó su interés literario y
    cultural hacia las antigüedades religiosas. El estudio
    del hebreo y el griego procuraba la mejor interpretación de las Escrituras; la
    recuperación del mejor texto de
    las Escrituras alentó el examen crítico de los
    manuscritos antiguos; mientras que los interesados en
    investigaciones históricas volvieron a
    publicar los escritos cristianos antiguos con
    interpretaciones críticas. Es decir, el énfasis
    del norte procuraba descubrir los orígenes antiguos de
    la fe cristiana y restaurar la pureza primitiva del
    movimiento.

    2.2 EL IMPERIO

    La reunión libre de estados alemanes conocida
    como el Imperio sumó su protesta. El humanismo
    tenía cierto papel como fondo de las demandas de
    reforma. La situación política proporcionó la
    principal protesta contra el poder
    papal, sin embargo. En 1314 el duque Luis de Baviera se
    convirtió en emperador después de su victoria
    militar sobre un candidato rival. Luis se vio enredado en una
    disputa con el Papa Juan XXII en Avignon, sobre el derecho
    del Papa a sancionar la elección de cada emperador.
    Entre otras cosas, el control francés del papado hizo
    muy desagradable para Luis someterse. En 1324 el Papa
    excomulgó a Luis. Dos eruditos, Marsiglio de Padua y
    Juan de Janduno, colaboraron para preparar uno de los
    más inusitados tratados
    de su tiempo. Era conocido como el Defensor Pacis (Defensor
    de la Paz).

    Este documento declaraba que el pueblo es la
    autoridad final en todas las cosas, sean seculares o
    eclesiásticas. De esta manera, en asuntos
    eclesiásticos todo el cuerpo de cristianos, siguiendo
    los principios
    del Nuevo Testamento, constituye el poder más alto.
    Todo el poder espiritual descansa en el cuerpo de cristianos
    creyentes, no en sacerdotes, obispos o papas. Además,
    en un gobierno
    cristiano, reflejando el carácter y la voluntad del pueblo, el
    gobernador civil tiene el derecho de gobernar los asuntos
    eclesiásticos, incluyendo la convocatoria de concilios
    ecuménicos y el nombramiento de obispos. La autoridad
    final reside en un concilio eclesiástico general del
    pueblo, no solamente de obispos.

    Otra poderosa voz que apoyó al emperador Luis
    fue la de Guillermo de Occam, el gran teólogo inglés, que se refugió con el
    emperador. Occam también insistía en que la
    verdadera iglesia no residía en los obispos sino en
    los creyentes. Él negaba la infalibilidad del Papa y
    exaltaba la Biblia. El papado nunca debía intervenir
    en asuntos seculares y debía subordinarse a un
    concilio general de todos los cristianos.

    2.3 FRANCIA

    El humanismo francés hizo una
    contribución distinta en la protesta contra el papado
    sin reforma. El movimiento fue tardío en sus
    principios en Francia, pero rápidamente ganó
    fuerza.
    Mediante él las clases altas en particular recibieron
    considerable ilustración en cuanto a los abusos del
    sistema romano. Jacques Lefevre Etaples (1455-1536)
    llegó a ser un completo erudito bíblico y
    precedió a Lutero en su defensa de la salvación
    por la fe sola, sin sacramentos, y en su énfasis sobre
    la autoridad de las Escrituras.

    2.4 INGLATERRA

    El resentimiento contra las pretensiones papales
    tenía hondas raíces en Inglaterra. La "cautividad babilónica",
    que puso el papado bajo el dominio francés,
    ocurrió al mismo tiempo que Francia e Inglaterra
    estaban envueltas en guerra. En
    1350 fue promulgado el Estatuto contra los
    Estipuladores
    , que suponía para los ingleses
    elecciones libres de arzobispos y obispos—un intento de
    eliminar la influencia extranjera al llenar los puestos
    eclesiásticos altos.

    1. Uno de los oponentes sobresalientes del papado
      en los últimos años de su vida fue el
      patriota y predicador Juan Wycliffe (1320-84). Antes de
      1376 Wycliffe reprimió sus ataques contra el
      papado, pero las vergonzosas condiciones que rodearon los
      últimos años del papado de Avignon y el
      principio del cisma papal en 1378 descargaron sus
      violentas protestas. Wycliffe exigió que ambos
      papas fueran depuestos. En sus conferencias en Oxford
      él adelantó la idea de que cualquier
      príncipe secular o eclesiástico que no
      fuera fiel a su tarea, perdiera su derecho a tener el
      puesto. Si un obispo o hasta el mismo Papa mostraran ser
      indignos, los gobernantes civiles, como agentes de la
      voluntad de Dios, tenían el derecho de despojarlo
      de sus propiedades temporales. Probablemente alentado por
      la protección que le dieron poderosos patriotas
      ingleses, Wycliffe escuetamente continuó sus
      críticas contra el papado. Con el uso de la
      Biblia, que él ayudó a traducir al
      inglés cerca del 1382, como autoridad final,
      atacó vigorosamente el sistema sacramental
      católico romano, particularmente la doctrina de la
      transubstanciación. También declaró
      que el Nuevo Testamento no hacía distinción
      entre el obispo y el presbítero (sacerdote) y que,
      consecuentemente, el obispo romano había usurpado
      injustamente un poder que no era suyo. Los conceptos de
      Wycliffe estaban muy adornados con su patriotismo:
      él objetaba la extorsión papal a los fondos
      ingleses, el nombramiento hecho por el Papa de
      extranjeros para prebendas inglesas, y el fomento papal
      de monjes mendicantes en Inglaterra que, él
      decía, robaban a los pobres.

      Para dar instrucción escrituraria,
      Wycliffe organizó un grupo
      conocido como los "sacerdotes pobres" que vagaban de dos
      en dos (siguiendo los requerimientos escriturarios),
      predicando y enseñando. Estos eran recibidos
      gozosamente por la gente. Wycliffe fue condenado en 1377
      por el Papa, pero fue protegido hasta su muerte
      en 1384, por influencia política. Los lolardos,
      como eran llamados estos sacerdotes pobres, continuaron
      creciendo en número e influencia hasta 1399. En
      1395 ellos dirigieron una atrevida nota al Parlamento
      denunciando el romanismo. Sin embargo, el ascenso del rey
      Enrique IV (1399-1413), un ardiente papista, fue la
      señal de la persecución. Veintenas de
      lolardos fueron quemados en la estaca y sus iglesias
      suprimidas. Los seguidores de los lolardos se volvieron
      secretos después de 1431 e indudablemente
      proveyeron un terreno fértil para el movimiento de
      reforma que vino un siglo después.

      2.5 MISTICISMO

      Un número de grupos
      no confinados específicamente a una región
      geográfica dieron gran ímpetu al movimiento
      de reforma. Los místicos fueron unos de los
      más importantes. El misticismo consideraba al
      hombre
      como poseedor de una afinidad interior con Dios que no
      requería maquinaria eclesiástica para
      establecer contacto. La presencia de Dios podía
      sentirse en el corazón y el alma
      sin referencia a los sacramentos. Puede observarse que
      esta actitud podía pasar por alto
      completamente toda la maquinaria de la Iglesia Romana,
      porque si uno podía tener una visión de
      Dios intuitiva e inmediata, sería innecesario usar
      los servicios del sacerdote y de la iglesia.
      La mayoría de los místicos, sin embargo, no
      se oponían activamente a los ejercicios
      espirituales externos de la Iglesia Romana. Estaban
      dispuestos a utilizarlos como auxiliares para reforzar su
      propia conciencia de la cercanía de Dios.
      Ellos tenían un verdadero interés en la
      corrupción y los cismas de la
      institución visible.

      3.
      FACTORES QUE PROMOVIERON LA REFORMA

      La palabra "reforma" que describe la revolución del siglo XVI, es, en un
      sentido, un nombre inapropiado. Los eventos principales
      no se centran en una reforma sino en un cisma. La reforma
      estaba en las mentes de muchos y en los labios de unos
      pocos. Se necesitaba un iniciador para principiar con
      éxito una revolución contra
      el sistema católico romano. Lutero fue ese
      iniciador.

      En 1517 un monje llamado Martín Lutero,
      irritado por la reciente venta
      de indulgencias en un pueblo alemán cercano, hizo
      público anuncio en la puerta de la iglesia de
      Wittenberg que él deseaba debatir lo que la
      Iglesia Católica realmente pensaba acerca de las
      indulgencias. En esta manera más que ordinaria
      empezó la reforma luterana. ¿Qué fue
      lo que produjo comparativo éxito a los esfuerzos
      de Lutero cuando tantos esfuerzos previos habían
      fallado? ¿Estuvo en el monje, en su ambiente, en las circunstancias de su
      vida, en su herencia de generaciones anteriores?.
      Seguramente estuvo en todo eso:

      3.1 FACTORES POLÍTICOS

      Prácticamente todos los cuerpos
      políticos de Europa contribuyeron en alguna manera
      al progreso del movimiento de la Reforma. En la
      mayoría de los casos no fue hecho a
      propósito. España se había unificado
      políticamente por el matrimonio en 1469 de Fernando de
      Aragón e Isabel de Castilla y por la subsecuente
      conquista de áreas contiguas. El nieto de esta
      pareja, Carlos I, se convirtió en rey en 1516 y en
      1519 fue elegido Santo Emperador Romano de la nación alemana. La última
      sucesión lo tituló Carlos V, y así
      es mejor conocido. El emperador Carlos V fue el principal
      enemigo de la reforma luterana y era más poderoso
      y aparentemente estaba más interesado en
      suprimirla que los papas, pero a lo largo del tiempo, una
      serie de conflictos con Francia y el gran poder de los
      príncipes alemanes le impidió acabar con el
      movimiento de Lutero.

      El principal rival de España durante el
      período de reforma era Francia. Esta nación había conseguido un
      fuerte gobierno central mediante la sucesión de
      hábiles reyes. La rivalidad entre España y
      Francia se encendió antes de la irrupción
      de la Reforma. Tanto el rey Fernando de España
      como Carlos VIII de Francia tenían pretensiones
      sobre el reino de Nápoles en el sur de Italia.
      Esto marcó el principio de una serie de guerras entre Francia y España, que
      en un sentido salvó la reforma luterana. El
      principal oponente de Lutero, el emperador Carlos V de
      España se ocupó tanto combatiendo a Francia
      y a los turcos que no pudo dedicarse a sofocar la
      revolución religiosa hasta que no tuvo suficiente
      fuerza política para ofrecer oposición
      formidable. El rey de Francia durante la mayor parte de
      la reforma fue Francisco I (1515) que no favoreció
      el movimiento de reforma tanto, pero que la ayudó
      considerablemente con sus contiendas políticas y militares con
      España.

      La tercera de las monarquías
      centralizadas de este período fue Inglaterra. Una
      lucha militar por la sucesión real entre los
      nobles casi la eliminó como un factor
      político, permitiendo al nuevo rey, Enrique VII
      (1485-1509), gobernar con mano libre. Su hijo, Enrique
      VIII (1509-47), fue el soberano durante la parte
      principal del movimiento continental. Enrique VIII fue un
      acérrimo oponente de la reforma luterana durante
      su primera etapa. Él inició un cisma con la
      Iglesia Romana en 1534 que era principalmente externa y
      gubernamental. El no se separó de la mayor parte
      de las doctrinas de Roma.

      El cuarto poder político de Europa
      durante el movimiento de reforma era el Imperio. Se
      recordará que el Imperio Occidental fue restaurado
      bajo Carlomagno en el año 800 y de nuevo bajo Otto
      el Grande en 962. Después de la mitad del siglo
      XIII el imperio empezó a decaer otra vez. Una
      lucha literaria por el derecho a conceder la dignidad imperial.

      En los primeros años de la reforma el
      emperador era Maximiliano I (1493-1519). Felipe, el hijo
      de Maximiliano, se casó con Juana, la hija de
      Fernando e Isabel de España. Mediante los
      esfuerzos de Maximiliano, sus dos nietos, Carlos y
      Fernando, gobernaron prácticamente toda la Europa
      central y España, exceptuando solamente a
      Francia.

      Fernando se casó con Ana de Bohemia, con
      lo cual los Habsburgo consiguieron gobernar sobre Bohemia
      y Hungría. En un intenso manejo de intereses
      políticos, los papas y el rey de Francia, mediante
      sus esfuerzos por socavar el poder de los Habsburgo,
      encabezados por el emperador Carlos V, se convirtieron en
      enemigos de su propia causa religiosa. Debe
      señalarse que la verdadera autoridad sobre esta
      vaga confederación de estados alemanes era muy
      limitada. Los fuertes príncipes dentro del Imperio
      gobernaban sus propios estados como completos soberanos,
      muchas veces evadiendo los deseos del emperador mediante
      sagacidad política. Tal situación le
      permitió al elector (príncipe alemán
      a quién correspondía la elección y
      nombramiento del emperador) de Sajonia, por ejemplo,
      proteger a Lutero del enojo tanto de los papas como del
      emperador.

      Otro poder político y militar que tuvo
      una parte importante al afectar el progreso de la reforma
      occidental fue el grupo conocido como los turcos.
      Después de la captura de Constantinopla en 1453,
      los turcos se dirigieron al norte y al occidente por los
      Balcanes, en un manifiesto propósito de invadir
      toda Europa. Durante la reforma el deseo del emperador de
      triturar el luteranismo fue afectado grandemente por la
      amenaza turca. Difícilmente podía él
      permitirse iniciar una guerra civil cuando los turcos
      parecían estar a punto de irrumpir en Europa
      central.

      Italia tuvo poca significación
      política durante la reforma. Rusia
      se estaba convirtiendo rápidamente en un fuerte
      poder político, pero no tuvo participación
      en la reforma occidental. El cristianismo de Oriente
      había empezado la obra en Rusia, y después
      Rusia formó su propia iglesia nacional, vagamente
      en comunión con Constantinopla. El mundo oriental,
      desde Palestina hasta los Balcanes había sido
      invadido por los mahometanos en el período
      medieval, y ni influía en la reforma occidental ni
      era afectado por ella.

      3.2 FACTORES ECONÓMICOS Y
      SOCIALES

      Las nuevas normas
      económicas y sociales fueron muy influyentes en el
      fomento del movimiento de reforma. Los estados alemanes
      entraron en un período de transición
      económica y social en los siglos XIV y XV. La
      clase
      mercantil o capitalista había surgido por la
      industria y comercio en el área del
      Mediterráneo. Los descubrimientos
      geográficos del período abrieron un nuevo
      mundo económico. El descubrimiento
      portugués de una nueva ruta a la India
      y el desarrollo de las colonias proporcionó nueva
      oportunidad para la inversión lucrativa del capital.

      Además, el descubrimiento y desarrollo de
      recursos minerales alemanes amenazó con
      suplantar los intereses agrarios, aumentando los problemas económicos y sociales.
      Con el retiro de muchos campesinos de las labores
      agrícolas, y con el aumento de la producción mineral, resultó
      la consecuencia económica natural de la
      inflación de precios de los alimentos. Peor aún: el fracaso de
      la cosecha en Alemania ocurrió por casi trece
      años sucesivos, empezando por el año 1490,
      y trayendo hambre y mala nutrición por todas partes.
      Había descontento universal. Por la necesidad de
      trabajo más duro por parte de los
      campesinos que todavía trabajaban la
      tierra, por el resentimiento de las clases media y
      alta por el alza repentina de los precios de los
      alimentos que nadie podía explicar ni gobernar, y
      por la devaluación de salarios acompañante a la
      inflación económica, la actitud social y
      económica era antagónica. Las revueltas de
      campesinos se volvieron comunes, particularmente
      después del intento de suplantar las antiguas
      costumbres legales alemanas por principios de derecho
      romano. No es de sorprender que la desordenada
      avaricia de la Iglesia Romana al demandar anatas,
      diezmos, indulgencias, etcétera, fuera considerada
      como tiranía.

      3.3 FACTORES INTELECTUALES

      Una razón del fracaso de los movimientos
      anteriores de reforma fue la escasez general de inteligencia. El temor y la
      superstición eran obstáculos demasiado
      grandes para que los venciera cualquier movimiento
      antipapal. El renacimiento intelectual que siguió
      a las cruzadas le dio un gran impulso a la
      ilustración popular. El desarrollo de la
      imprenta a mediados del siglo XV hizo posible reproducir
      el mensaje hablado para miles de audiencias. La reforma
      de Lutero no hubiera sido tan efectiva si no hubiera
      habido información e interés
      general mediante el uso de panfletos y libros. Además, el movimiento
      conocido como "humanismo", aunque no siempre religioso en
      su énfasis, produjo ilustración y liderazgo que contribuyeron grandemente a
      la reforma de Lutero.

      Finalmente, la actitud del hombre común
      hacia el papado había pasado por una profunda
      transformación. Es muy dudoso que Lutero o
      cualquiera otro se hubiera atrevido a dar los pasos que
      pudieran separarlo de la Iglesia Católica Romana
      si hubiera creído que tal cisma le
      resultaría en la pérdida de la
      salvación. Ajeno al realismo filosófico y a las
      pretensiones de la Iglesia Romana, se había
      desarrollado un concepto general de que la
      salvación podía obtenerse aparte del
      sistema romano.

      Es cierto que algunos seguidores de Lutero lo
      abandonaron cuando él deliberadamente se
      apartó de la Iglesia Católica; sin embargo,
      el mero hecho de que las multitudes alemanas lo siguieran
      en un movimiento cismático, participando con
      él de la reprobación de la iglesia, habla
      de un nuevo punto de vista. El desafío de la
      excomunión papal por los gobiernos seculares
      reveló el sentir del pueblo y fortaleció la
      idea de que la salvación no descansa solamente en
      el sistema romano; la presencia por siglos de fuertes
      movimientos de disidentes como los valdenses y los
      Hermanos Bohemios rebajó las pretensiones romanas;
      y el constante conflicto entre la iglesia y el
      estado, de cada uno de los cuales se pensaba como una
      institución divina, trajo confusión y duda
      respecto a las pretensiones de la iglesia. Cualesquiera
      que hayan sido las razones, es evidente que millones
      estaban deseosos de dejar el cuerpo que reclamaba ser la
      única fuente de salvación. Estaban
      convencidos de que la salvación puede encontrarse
      en cualquier otra parte.

      1. 3.4 MARTÍN LUTERO
    2. Juan Wycliffe y los Lolardos

    El 31 de octubre de 1517 Lutero se convirtió
    en controvertida figura pública al exponer en el
    pórtico de la iglesia de Todos los Santos de
    Wittenberg sus 95 Tesis o
    proposiciones escritas en latín contra la venta de
    indulgencias, para la gran obra de los papas Julio II y
    León X: la construcción de la basílica de
    San Pedro en Roma. Al margen de cómo se hicieron
    públicas sus proposiciones, causaron una gran
    conmoción y fueron traducidas de inmediato al
    alemán, logrando una amplísima difusión.
    Esto provocó una investigación por parte de la Iglesia
    romana que culminó con la condena de sus
    enseñanzas (15 de junio de 1520) y con su
    excomunión (1 de enero de 1521) por el Papa
    León X. En abril de 1521 fue convocado ante el
    emperador Carlos V y se le pidió que se retractase
    ante las autoridades seculares y eclesiásticas
    allí reunidas. Se negó, asegurando que para
    hacerlo tendrían que refutar sus. El emperador
    condenó a Lutero, pero el elector de Sajonia, Federico
    el Sabio, lo recluyó en su castillo de
    Wartburg.

    Pronto fue evidente que planeaba subvertir todas las
    instituciones fundamentales de la Iglesia.
    Empezando por proclamar la falsa doctrina de la
    "justificación por la sola fe", rechazó
    después todas las medicinas sobrenaturales
    (especialmente los sacramentos y la Misa), negó el
    mérito de las buenas obras (condenando así los
    votos monásticos y al ascetismo cristiano en general),
    y finalmente rechazó la institución de un
    genuino sacerdocio jerárquico (especialmente el
    papado) en la Iglesia. Su doctrina de la Biblia como la
    única regla de la fe, con el rechazo de toda autoridad
    eclesiástica, estableció el subjetivismo en
    cuestiones de fe, y las bases sobre las cuales los hombres
    podrían alejarse de la institución
    eclesiástica y obtener la salvación.

  2. 2.CLAMOR POR
    LA REFORMA

    La palabra "contrarreforma" que se aplica algunas
    veces a la actividad de la Iglesia Católica Romana
    durante este período, no es completamente exacta. Es
    mejor llamarla sencillamente el avivamiento católico
    romano. Por supuesto, es cierto que la dirección tomada por la Iglesia
    Católica Romana obedeció a, y reaccionó
    contra los movimientos de reforma de Lutero y de otros. De
    hecho es difícil juzgar si la Iglesia Católica
    Romana fue herida o bendecida por el movimiento conocido como
    La Reforma. Los sucesos de este período pueden ser que
    hayan salvado a la Iglesia Católica Romana de la
    completa decadencia interna y del provincialismo, en un
    tiempo en que el mundo estaba en rápida
    expansión. Ciertamente, sin el estímulo y la
    redefinición que surgieron del conflicto con los
    reformadores, la Iglesia Romana hubiera estado mal
    preparada para enfrentar lo que le esperaba en un mundo nuevo
    y más grande.

    El Humanismo y la Iglesia Romana

    Otro factor que afectó la Iglesia
    Católica Romana en su relación con el
    movimiento de reforma fue la obra de los humanistas.
    Escudriñando, como ellos lo hicieron en los escritos
    antiguos, tanto cristianos como clásicos, estos
    hombres vieron la gran diferencia entre el movimiento
    cristiano primitivo y la Iglesia Romana contemporánea.
    Puede haber poca duda de que los humanistas de todos los
    países prepararon el camino para la reforma
    protestante. Algunos de ellos se le unieron; otros más
    permanecieron dentro del marco de la Iglesia Católica
    Romana y se atrevieron a instarla a dirigirse a la
    eliminación de los abusos y la superstición.
    Desiderio Erasmo de Rotterdam (1466-1536), indudablemente el
    humanista sobresaliente del Continente, realmente
    sugirió un plan para la
    clase apropiada de reforma. Por años él
    había estado atacando las leyendas
    supersticiosas del catolicismo romano contemporáneo, y
    sus escritos se parecían tanto a los de Lutero que
    después fue obligado a negar que él era autor
    de algunos de los tratados de Lutero. Erasmo quería
    una reforma sin violencia
    ni malos sentimientos. Él sugería que los
    sacerdotes sencillamente fueran educados de la manera
    correcta y que entonces enseñaran a la gente un tipo
    puro de cristianismo. Sus esfuerzos no triunfaron. En su
    mayor parte, el humanismo no deseaba incluirse en una
    revolución para obtener la reforma, y aparentemente se
    necesitaba una revolución.

    4.1 REACCIÓN PAPAL A LOS ESFUERZOS DE
    REFORMA ANTES DE 1540

    Aunque tardía en aparecer, una bula papal de
    noviembre 9 de 1518 corrigió algunos de los peores
    abusos. Debe recordarse que la esencia de las protestas
    primitivas de Lutero consistía en la negación
    de que las indulgencias pudieran perdonar la culpa sin
    arrepentimiento. Este punto cardinal fue concedido por la
    bula papal. También fijaba la autoridad papal como
    inmediata a la tierra
    solamente, aunque concedía considerable influencia a
    las peticiones del Papa por las almas en el purgatorio, por
    los méritos de Cristo y de los santos. Esta bula no
    representó una concesión a Lutero ni una
    revisión de la doctrina católica romana. Lo
    contrario era lo cierto. El Papa había hecho ahora
    explícitas declaraciones de la ortodoxia
    católica romana, y a menos que las atacara, Lutero
    sería condenado por anarquía
    eclesiástica tanto como por defección
    doctrinal. Empezaron a formarse las líneas en cada
    lado de la controversia. Apareció un considerable
    cuerpo de literatura,
    alguna atacando y alguna defendiendo al gobierno y doctrina
    católicos romanos. Hasta Enrique VIII de Inglaterra, y
    después Erasmo, escribieron como defensores de la
    fe.

    Pablo III (1534-49), obró cuidadosamente. De
    entre las filas del Oratorio del Divino Amor y de
    otras conocidas como favorecedoras de la reforma limitada
    para suprimir los abusos, él nombró a varios
    nuevos cardenales: Caraffa, Sadoleto, Pole y Cantarino, y
    formó una comisión bajo su dirección
    para investigar e informar sobre la necesidad de una reforma.
    Aunque el informe de
    1538 no fue inmediatamente efectivo para producir acción, la preparación del mismo
    y el entrenamiento
    dado a los hombres que pronto tendrían los puestos
    más altos de dirección en la Iglesia Romana, lo
    hicieron significativo. Muchas de las ideas de este informe
    fueron incluidas en la acción tomada por el Concilio
    de Trento.

    4.2 DECISIÓN FINAL CATÓLICA ROMANA
    SOBRE LA REFORMA

    La Iglesia Romana vaciló brevemente.
    ¿Debería intentar conciliar a los luteranos o
    condenarlos inequívocamente? ¿Qué
    podía hacerse con los zwinglianos, los calvinistas,
    los anglicanos, y otros? La conciliación
    produciría una gran separación de la
    posición histórica de la iglesia Romana. Sin
    embargo, por presión del emperador Carlos V se tuvo
    una conferencia en Regensburg (1541). A pesar de
    algunos fuertes esfuerzos por obligar a un compromiso, estas
    conferencias no pudieron alcanzar un terreno neutral de
    acuerdo

    La Iglesia Romana puso cara de piedra a los
    protestantes, y nunca ha cambiado su postura de abierta y
    completa hostilidad contra ellos. Tomada esta
    decisión, el gobierno de la Iglesia Romana
    empezó ahora a dirigir todos sus esfuerzos a detener
    las incursiones del protestantismo y a poner en orden su
    propia casa para que pudiera hacer mejor la
    guerra.

    Dos movimientos ayudaron grandemente en la lucha de
    la Iglesia Romana con los reformadores: la aparición
    de la Sociedad
    de Jesús (más conocida familiarmente como los
    jesuitas)
    y el Concilio de Trento.

      1. 4.3 CONTINUACIÓN DEL
        CONFLICTO

      Nada en el siglo XVI mas que de que los
      esfuerzos por reformar el sistema católico romano
      trajeron dos siglos de las más sangrientas luchas
      que los hombres habían conocido. Los antecedentes
      del uso de la fuerza militar para suprimir la
      disensión religiosa eran muchos y muy antiguos. No
      había apoyo para ello en las enseñanzas del
      Nuevo Testamento ni en el ejemplo de los cristianos
      primitivos. La adopción del cristianismo por
      Constantino en 312, sin embargo, introdujo el uso de
      métodos políticos y de
      armas
      para la supresión de la disensión
      religiosa. Sólo en este terreno la supuesta regla
      benéfica de Constantino probó ser un golpe
      más mortal para el verdadero cristianismo que las
      más severas persecuciones de sus predecesores en
      el trono romano.

      En cualquier parte donde podía gobernar a
      los dirigentes seculares, la creciente Iglesia
      Católica Romana seguía el ejemplo de
      Constantino de suprimir la disensión con la
      espada. Durante el período medieval es probable
      que la espada secular hiciera más por el
      crecimiento del poder romano que todos los misioneros de
      Roma juntos. Las cruzadas representaban en gran manera el
      detestable espíritu de la coerción militar
      en nombre de la religión. La caza de herejes y la
      pena de
      muerte en la hoguera ocuparon la atención de la mayor parte de los
      obispos ortodoxos del sistema católico romano
      hasta 1243, cuando la maquinaria especial de la
      Inquisición fue preparada por el papado para
      localizar y suprimir por la fuerza la disensión
      religiosa.

      4.4 LA SOCIEDAD DE
      JESÚS

      Ignacio de Loyola, fundó la Sociedad de
      Jesús en 1540 con la autorización del Papa.
      La sociedad hizo rápidos progresos en Italia,
      Portugal, Bélgica, y Polonia. Sus mayores
      victorias fueron ganadas en Alemania y Austria, donde,
      junto con las controversias luteranas, la Iglesia
      Católica Romana recuperó casi todo el
      territorio del sur de Alemania que la Reforma
      había enajenado. Las actividades de la sociedad
      tuvieron sólo éxito parcial en Francia
      hasta después de la
      muerte de Enrique IV (1589-1610), pero a partir de
      entonces los jesuitas gobernaron Francia hasta la
      Revolución Francesa. En Venecia, Inglaterra y
      Suecia, su programa no tuvo éxito de ninguna
      manera durante este período.

      4.5 EL CONCILIO DE TRENTO
      (1545-64)

    1. El Fondo del Asunto

    La segunda gran arma de la Iglesia Romana contra el
    movimiento protestante fue ideada en un concilio general bien
    gobernado. Debe recordarse que cuando Lutero fue condenado
    por el Papa León X, él apeló a un
    concilio general. Tal apelación irritó a los
    que apoyaban al Papa. León X tenía la confianza
    de que el mejor método de suprimir a Lutero
    sería convocar tal concilio y dejar bajo su control el
    reprimirlo. Su muerte en los primeros años de la
    reforma de Lutero impidió esta acción, y a
    pesar del clamor por un concilio general de todas partes,
    luteranos, príncipes católicos, y hasta del
    emperador Carlos, los papas y sus consejeros habían
    pensado que no era un tiempo propicio para convocar un
    concilio general. Pablo III (1534-49) todavía
    tenía esperanzas de conciliar a los protestantes en un
    concilio reunido en Trento (Austria) en 1545. El emperador
    deseaba que este concilio uniera a Europa religiosa y
    políticamente, no mediante la supresión del
    protestantismo, sino mediante la conciliación. El
    Papa, por su parte, había decidido para 1545 no tener
    participación en la conciliación de los
    protestantes, y esperaba que el concilio definiera y
    declarara la doctrina católica con el propósito
    de refutar y condenar a los protestantes.

    Los Resultados

    Los resultados del concilio muestran que el partido
    papal tuvo el control la mayor parte del tiempo.
    Ocasionalmente algunos disidentes sin trabas alzaban sus
    voces con relación a algunos de los problemas
    más fundamentales, pero la mayor parte de las veces
    era una completa victoria para el partido ultramontano. Las
    esperanzas del emperador de la unificación religiosa y
    política de Europa se hicieron pedazos. Pronto se
    retiró de su oficio. Los únicos elementos de
    reforma incluidos en las recomendaciones del concilio
    tenían el objetivo
    de enfrentar el desafío del protestantismo. Los
    sacerdotes debían conocer sus biblias y ser capaces de
    predicar; se ordenó un control episcopal más
    fuerte de las parroquias; se hicieron arreglos para mejor
    educación de los clérigos y para
    más cuidado en los nombramientos; también se
    hizo hincapié en la disciplina
    y en la moralidad.
    Todos estos asuntos eran un intento de obligar a la Iglesia
    Romana a combatir al protestantismo.

  3. 4. EL
    AVIVAMIENTO CATÓLICO ROMANO

    5.1 CAUSAS DE LA GUERRA

    La primera fase del movimiento de reforma se
    terminó en 1555 cuando la Paz de Augsburgo
    acabó la lucha entre los católicos romanos y
    los luteranos (ahora llamados protestantes). El resultado
    inmediato fue una victoria para el luteranismo. El imperio
    secular reconocía ahora el derecho legal del
    luteranismo de existir y extenderse. Esto estaba en marcado
    contraste con el cuadro de dos décadas antes, cuando
    el movimiento luterano, con su dirigente oficialmente juzgado
    como hereje y proscrito, siguió existiendo sólo
    porque el emperador Carlos V estaba muy ocupado peleando con
    Francia, con el Papa y con los turcos, para suprimirlo. Pese
    a las vehementes protestas del Papa, el luteranismo pudo
    propagar su fe osadamente. Parecía que el uso de la
    espada como medio de fijar jurisdicción religiosa
    había llegado a su fin.

    Contemplando hacia atrás este período
    desde el presente punto de ventaja, sin embargo, puede verse
    que todos los factores señalaban otra guerra. En
    general, los siguientes asuntos produjeron el estallido de
    una nueva guerra entre católicos romanos y
    protestantes.

    Los teólogos luteranos estaban peleando
    vigorosamente entre ellos en el terreno doctrinal. No es de
    sorprender que las controversias doctrinales ocurrieran entre
    los seguidores de Lutero. El rompimiento con la Iglesia
    Romana llevó a Lutero a acometer por nuevas
    direcciones de pensamiento. Algunas veces su naturaleza
    impetuosa lo impulsaba a hacer énfasis en ciertos
    aspectos de la teología hasta el extremo; otras veces
    se expresaba en términos que parecían
    contradecir lo que había dicho antes.
    Difícilmente tenía él tiempo de meditar
    en un plan de teología completo y consistente, sino
    que se veía forzado a producirlo poco a poco en varios
    escritos. Además, conforme se desarrollaba y maduraba
    en sus ideas reformadoras, con frecuencia cambiaba sus
    conceptos expresados hacía unos cuantos años o
    hasta unos meses antes.

    1. Mientras tanto, la Iglesia Católica
      Romana estaba ocupada también. Unificada y
      fortalecida con los reajustes internos del siglo XVI, la
      Iglesia Romana recuperó terreno y seguidores
      constantemente. La Sociedad de Jesús
      proporcionó soldados preparados y celosos que se
      infiltraron en tierras y escuelas protestantes con
      efectos subversivos. Además, los príncipes
      católicos pronto empezaron a perseguir a los
      protestantes en sus terrenos.
      El Desafío del Calvinismo

      La Paz de Augsburgo (1555) había
      concedido al luteranismo el reconocimiento de
      religión legal, pero no dio reconocimiento a los
      seguidores de Juan Calvino, que se estaban volviendo
      numerosos y poderosos. El calvinismo se convirtió
      en rival no solamente del catolicismo sino también
      del luteranismo. Mientras los católicos romanos
      estaban robusteciendo sus fuerzas en los últimos
      años del siglo XVI, el luteranismo se
      envolvió en una amarga lucha con la Iglesia
      Reformada (el calvinismo). En muchos casos el calvinismo
      suplantó parcialmente al movimiento luterano, como
      en Polonia, Hungría, Bohemia y el Palatinado. Tal
      vez una explicación de por qué el
      calvinismo hiciera tan amplias incursiones era que el
      luteranismo había retenido mucho del sistema
      romano medieval. En tanto que el calvinismo era
      fuertemente antirromano, no tenía un Melanchton
      que procurara áreas de compromiso con el sistema
      católico romano. Además, Calvino rechazaba
      toda la tradición e insistía en un comienzo
      fresco desde las enseñanzas directas de las
      Escrituras. En adición, el sistema calvinista era
      más íntimamente consistente en sus
      enseñanzas y sus métodos.

    2. El Resurgimiento Católico
      Romano
    3. Violaciones del Tratado de
      Augsburgo

    El Papa nunca había estado de acuerdo con el
    Tratado de Augsburgo de 1555. Muy naturalmente sus seguidores
    no fueron escrupulosos de ninguna manera para observar el
    derecho legal de los luteranos. Tampoco tenía el
    papado toda la culpa. Los luteranos también eran
    culpables. La unión de la iglesia y el estado,
    practicada a través de los siglos por la Iglesia
    Católica Romana y adoptada por el luteranismo, el
    zwinglianismo, el calvinismo, y el anglicanismo,
    convirtió en tan imperativo para ellos el uso de las
    armas militares y políticas para el adelanto de
    cualquier movimiento que fuera parte del interés
    nacional. Bajo esta filosofía, las diferencias
    religiosas eran consideradas como amenazas políticas y
    militares. Las violaciones flagrantes del Tratado de
    Augsburgo eran excusadas con base en el interés
    nacional, y llevaban inevitablemente a la guerra.

    Rivalidad Política

    Cuando finalmente vino la guerra, presentó
    una escena confusa. Con frecuencia los intereses
    políticos tenían prioridad sobre las creencias
    religiosas. La Francia católica y la España
    católica no podían pelear del mismo lado por su
    rivalidad política. Los príncipes protestantes
    consideraban primero los factores políticos antes de
    tomar las armas y escoger partido. Consecuentemente, aunque
    la lucha era básicamente entre católicos
    romanos y protestantes, la Guerra de los Treinta Años
    produjo extrañas alianzas y motivos
    dudosos.

    5.2 ESTALLIDO DE LA GUERRA

    La ocasión inmediata para la guerra
    ocurrió en Bohemia. El emperador de Germania
    prohibió a los protestantes construir ciertos templos,
    pese a su voto inicial de que toleraría a los
    numerosos protestantes súbditos de Bohemia. Para
    empeorar la situación, el emperador arregló que
    su primo Fernando, un católico romano militante, lo
    sucediera como rey de Bohemia. La reforma protestante se
    encendió en violencia en Praga, en mayo de 1618, y la
    guerra se hizo cierta cuando los protestantes bohemios
    rechazaron a Fernando como su rey el año siguiente, y
    eligieron en su lugar a un protestante.

    La guerra que siguió tuvo cuatro fases
    distintas:

    La Lucha en Alemania (1618-23)

    La política católica romana de
    preparación continua rindió frutos inmediatos.
    Para 1620 los protestantes bohemios fueron hechos
    añicos. Todas las escuelas e iglesias protestantes
    fueron cerradas en Bohemia, Moravia, y Austria. Sus pastores
    fueron desterrados. Los romanistas no fueron generosos en la
    victoria, y tomaron medidas inmediatas para recatolizar las
    tierras conquistadas. El gobierno calvinista del Palatinado
    fue dominado en 1623, y se ordenó a los protestantes
    conformarse o irse. Esta victoria tuvo significado porque
    el
    príncipe del Palatinado era uno de los siete
    electores del emperador, y con la victoria católica en
    el Palatinado, el Papa gobernaba la mayoría de los
    electores, garantizando emperadores subordinados a la Iglesia
    Católica Romana.

    La Fase Europea (1623-29)

    Profundamente alarmados por la rigurosa
    represión del protestantismo por los católicos
    en las tierras recientemente ganadas, los príncipes
    protestantes del norte de Alemania se prepararon para el
    conflicto, y buscaron ayuda de Dinamarca, Inglaterra, y
    Holanda, estados nominalmente protestantes. Los
    católicos romanos, sin embargo, derrotaron a los
    nuevos enemigos. Todos los protestantes debían ser
    desterrados de las tierras católicas, y parecía
    que todas las victorias de la Reforma Protestante
    serían borradas bajo el programa romano.

    La fase sueca (1629-32)

    En esta oscura hora para los protestantes, dos
    nuevos acontecimientos cambiaron el cuadro. El primero fue la
    pelea entre los diversos dirigentes católicos,
    seculares y eclesiásticos, por la división de
    los botines. El segundo fue la intervención de Gustavo
    Adolfo, el sagaz y brillante sueco. En 1630 él
    empezó su invasión de Europa. Al principio los
    otros protestantes le dieron poca atención, pero en
    dos años ya había derrotado todos los
    ejércitos católicos romanos y era el amo del
    continente. En su momento de victoria en Lützen en 1632,
    sin embargo, murió en la batalla.

    Peleas indecisivas (1632-48)

    Los siguientes dieciséis años trajeron
    terribles matanzas y gran destrucción de propiedades,
    pero ningún lado podía conseguir la victoria.
    Alemania, en particular, sirvió como campo de batalla
    y sufrió grandemente. A pesar de la oposición
    oral del Papa Inocente X, los agotados ejércitos de
    cada lado consintieron en terminar la guerra.

    5.3 RESULTADOS DE LA GUERRA

    La Paz de Westfalia de 1648 es una señal en
    la historia religiosa. Cerró la última de las
    guerras generales por causa de la religión y
    usualmente es considerada como el principio de la era
    moderna. Mediante los términos del tratado, luteranos,
    calvinistas y católicos romanos eran reconocidos con
    iguales derechos
    civiles y religiosos. El año 1624 fue designado como
    el año normal; es decir, que cada estado o territorio
    volvería a su estado religioso de esa
    fecha.

    Políticamente se consumó la
    pérdida de contenidos del título de emperador,
    el Imperio se atomizó en más de 350 estados
    independientes, perfilándose un norte reformado y un
    sur católico.

    Desde el punto de vista religioso se confirmó
    la libertad
    para los príncipes, y a los súbditos se les
    impuso convertirse a la religión de su príncipe
    o emigrar; los calvinistas recibieron los mismos derechos que
    católicos y luteranos. Westfalia significó la
    posibilidad de una tolerancia,
    así como el principio de la secularización de
    la política; la ausencia de la Santa Sede en las
    negociaciones prueba que el Papado no pesaba ya en las
    decisiones de los estados.

    El Papa protestó por el cese de hostilidades,
    y, de hecho, muy poco tomó en cuenta los
    términos de Westfalia. Él continuó
    activamente sus esfuerzos de recatolizar mediante la
    subversión y la diplomacia. Generalmente hablando, el
    sur de Europa continuó siendo católico romano,
    y el norte, protestante. Los estados alemanes y Suiza
    incluían a ambos grupos. Esta guerra agotadora
    aparentemente convenció a la Iglesia Católica
    Romana de que el protestantismo no podía ser derrotado
    con armas.

  4. 5. GUERRA DE
    LOS TREINTA AÑOS (1618 – 1648)

    La Reforma destruyó el monopolio
    de la fe y de la organización eclesiástica de los
    pueblos Cristianos de Europa, separó a muchos millones
    de la Iglesia Romana. La doctrina fundamental de la
    justificación por la sola fe enseñada por los
    Reformistas, produjo la superficialidad en la vida religiosa.
    El celo por las buenas obras desapareció, el ascetismo
    que la Iglesia había practicado desde su
    fundación fue eliminado, y aspiraciones naturalistas a
    lo puramente mundano, se difundieron por todas
    partes.

    El poderío de Roma, que se ha llegado a
    estimar que en el siglo XIII llegó a tener bajo su
    influencia entre la 1/3 y 1/5 parte de Europa se vio
    limitado, la autoridad Papal decayó, y el hombre
    con una nueva apertura de conciencia hacia el mundo y una
    experiencia liberadora se constituyó como la base de
    la futura Revolución Francesa, donde el poder
    monárquico cae por primera vez en Europa y marca el
    camino a seguir en otros estados.

    Lutero y los demás reformistas no fueron
    especiales, tan sólo eran el producto
    sintomático de una sociedad reprimida y disconforme
    con la Iglesia, pero el momento y las circunstancias por las
    que atravesaba Europa fueron muy particulares y posibilitaron
    el fracaso de la Contrarreforma. Es probable que si la
    situación hubiera sido distinta un proceso de
    cambio similar se daría varios siglos después,
    o por el contrario, otros proponen que sin la Reforma a la
    corrompida Iglesia Romana le tocaría la suerte que
    siguió el Imperio varios siglos antes la
    alojó.

    Nadie puede afirmar que podría haber pasado,
    pero lo que sí es seguro es que
    la Reforma marcó a fuego a Europa y dictó el
    desarrollo de los siguientes siglos.

  5. CONCLUSIÓN

    "Reforma". www.wikipedia.com

    Enciclopedia Encarta 2002

    Sociedad 8. Estrada

    "Reforma Católica". www.monografías.com

    El Mundo-América. Kapeluz

    Historia 2. Kapeluz

    Ciencias Sociales. Con Vivencias Hoy

    Ciencias Sociales 8. UCALP

     

  6. BIBLIOGRAFÍA

Autor

Gorrini, Federico Alberto

Fecha de nacimiento: 06 de diciembre de
1989

Residencia: Coronel Suárez (pcia. Buenos Aires,
República Argentina).

Antecedentes: curso el último año de
Técnico en Industrias
de Proceso, en la Escuela de
Educación Técnica Nº 1 de Coronel
Suárez

Trabajo

País: Argentina

Ciudad: Coronel Suárez (pcia. Buenos
Aires)

Fecha: 28 de agosto de 2007

Partes: 1, 2
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